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Vamos al Baile


Mientras que la escritura es más planificada, carece de excesivas repeticiones y una vez que ha sido concretada no se puede dar marcha atrás, el código oral es más espontáneo, tiene posibilidades de ser reformulado y uno de sus rasgos más sobresalientes es la repetición no considerada como error, sino como la posibilidad de actualizar la memoria. Éstos últimos, aparecen abundantemente en el ámbito folclórico, como ejemplo se puede citar las coplas, las vidalas, los juegos de rondas, entre otros. Sin embargo, en mencionado ámbito, se asiste actualmente a un proceso por medio del cual se está llevando a la escritura todo este bagaje de oralidad por encontrarse en peligro de olvido. Desde este punto de vista, vemos cómo se van haciendo borrosos los límites entre oralidad y escritura en la literatura de tipo folclórica, la que por estos días es sumamente abundante y ha venido a enriquecer las literaturas regionales. Es decir, que puede afirmarse que el código escrito en las obras de tipo folclórica está preñado de oralidad, es decir, que su sentido reposa y fluye por medio del elemento oral. Por ello, muchas veces este tipo de obras son obras para ser escuchadas, exigiendo además del lector competencias –conocimientos- acerca de los textos orales para poder llenarlas de sentido. Cabe observar que muchas veces los autores de este tipo de escritura, no lo son en el sentido estricto de ese concepto -creadores de nuevas obras- pues realizan muchas veces el valioso trabajo de recoger obras populares para rescatarlas del olvido. En este caso, no es la creación el motivo ni el valor de la escritura, sino constituirse en el puente entre ambos códigos para perpetuar valores populares. Uno de los casos que podemos citar, entre los abundantes casos que existen en nuestro país, es el de Norberto Bordón, coplero de la provincia de Tucumán : 

Vamos al baile

(Ronda Folclórica)

_Vamos al baile
Dijo el Fraile
_No tengo ganas
Dijo la Rana
_Invitaremos al León
Dijo el Ratón
_Pero es muy lejos
Dijo el conejo
_De aquí hay cien leguas
Dijo la yegua
_¿Por qué camino?
Dijo el zorrino
_No por el cerro
Les dijo el perro
_Ha de ser un rancho
Dijo El carancho
_No tiene alero
Dijo el jilguero
_No ha de tener luz
Dijo el avestruz
_Si hay un candil
Dijo el alguacil
_Ganaremos la delantera
dijo la Pantera
_Y ¿si me aburro?
Les dijo el burro
_Si hay muchachas
Dijo la vizcacha
_Todas son viejas
Dijo la Comadreja
_Dejemos la lata
Dijo la gata
_A que me enojo
Les dijo el piojo
_Voy por la loma
Dijo la paloma
_Me duele el cogote
Dijo el chilicote
_Tengo sarampión
Dijo el gorrión
_Me duele el callo
Dijo el caballo
_Me ha roto la uña
Dijo la chuña
_Y a mí un diente
Dijo la serpiente
_Se me caen las gafas
Gritó la jirafa
_No vienen mis hijas
Dijo la lagartija
_¡Ay que bochinche!
Dijo la chinche
_¡Ay qué macana!
Dijo la Iguana

BORDÓN, Norberto “Cantor y coplero”, Fundación Tiempo de Compartir, Tucumán, 2005

*Las variaciones de uso de mayúsculas en los nombres de animales son propias del texto original.

Por Zulema Fonseca

5 comentarios:

Anónimo dijo...

ME ENCANTA ESTE CUENTO

Anónimo dijo...

Un lindo recuerdo de mi niñez.

Rosario dijo...

Desearía conocer, si es posible, ¿en qué año escribió Don Bordón este cuento maravilloso?

Unknown dijo...

Hermoso!!!

Unknown dijo...

Mi papá nos lo recitaba siempre,pero cada vez lo decía en distinto orden, o le agregaba otros animales. Mis hijos, nietos y yo cuando nos jun ganamos, empezamos a escribirlo. Y usamos animales autóctonos. Fue y es muy divertido,

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