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Telefonía en pañales



Cuando no era como es hoy en que la tecnología todo lo invade. Los otros días, riéndome con el “negro” Alvarez, le escuché decir una acertada conclusión. Sostenía que la serenata cordobesa, que el enamorado le dedicaba a su amada en las espléndidas noches de la Córdoba capital, bajo esa luna a quien cantaron grandes poetas como el “Chango” Rodriguez(“luna Cautiva”, por ejemplo), había desaparecido debido a la instalación de los porteros eléctricos. Claro,¿ se imaginan ustedes dar una serenata a través del micrófono de un portero?.


Entonces recordé el tiempo en que nuestra telefonía era diferente. No se cobraba por tiempo ni cantidad de llamadas y la persona llamada no tenía la más mínima idea de por quien era llamada. Nos juntábamos los pibes de entonces (aunque no lo crean, aún me acuerdo), alguno de los cuales con el paso del tiempo ejercimos nuestra profesión transformando la telefonía (¿Qué ironía, no?), y nos dedicábamos a divertirnos desternillándonos de risa haciendo llamadas a algún desprevenido, cuyo número obteníamos de la guía.


-Hola.¿ Hablo con lo de Pollo?

-No aquí vive Gallo.

-Puede ser. Hace mucho que no lo veo.

Cortábamos y nos caíamos al suelo de la risa.


Claro, no teníamos televisión ni internet y nuestros divertimentos eran siempre “naturalmente interactivos”.


-Hola, llamamos de Obras Sanitarias (era antes de la privatizada “Aguas Argentina” y antes de la reestatizada “AYSA”), estamos verificando el estado de la Red. ¿podría fijarse si sale agua de sus canillas?


Pasan algunos minutos y retorna el llamado

-Si señor (la amabilidad de esa época) sale agua.

-¿Y que pretendía, que saliera Coca Cola?.

Cortábamos y nuevamente la risa.


A cada cual más tonto, pero con la continuidad dudábamos de poder seguir por que la risa nos impedía hablar.

-Hola. ¿La casa de artículos para el hogar?

-Si señor (nuevamente la cortesía)

-¿Tiene en su stock lámparas de pié?

-Si señor (ídem anterior)

-Siéntelas, no sea desalmado que se le van a cansar.


Yo supongo que el inigualable TANGALANGA tomó mucho de estas inocentes (más que eso, estúpidas bromas ) para sus desopilantes rutinas telefónicas.


A mis amigos que provienen de esa época los invito a recordar y aportar usuales bromas telefónicas de entonces.


David Gleiser

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